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El libro como recurso didáctico

 

Por estos días celebramos el Día Mundial del Libro, ya que la UNESCO estableció el 13 de abril, como la fecha para conmemorar la literatura en honor a tres de sus figuras universales que fallecieron cercanos a ese día: Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega. UNESCO señala que la idea de esta conmemoración es alentar a descubrir el placer por la lectura, promover la creatividad, la diversidad, la igualdad y el acceso libre al conocimiento, y el fomento de la alfabetización.

El libro, en tanto objeto de culto, de arte, de historia y de conocimiento, invita a niños y niñas a descubrir y aprender; a desarrollar habilidades sociales, emocionales y cognitivas; y a promover el amor por la lectura, así como desarrollar el aprendizaje continuo. La lectura y el contacto con los libros permite que niños y niñas se relacionen con los sentimientos y las experiencias, permitiéndoles desarrollar su personalidad, su creatividad, y superar el individualismo al conectarlos con las expectativas y anhelos de otros.

¿Por qué los libros se transforman en un recurso didáctico para las educadoras y docentes?

El libro ha sido uno de los recursos más estables en el proceso de aprendizaje mediado de las personas, a lo largo del tiempo y en diferentes latitudes. Continua vigente como elemento de acompañamiento en el proceso educativo, adaptándose a los cambios y desafíos, es por ello que sigue siendo una de las herramientas confiables para los equipos de docentes y educadoras, encontrándose prácticamente en todos los niveles educativos y también en varios sistemas de enseñanza, sean escolarizados o no.

Los libros son recursos didácticos valiosos para las educadoras, ofrecen contenido que facilita la enseñanza de conceptos, además, los libros pueden ser adaptados para satisfacer diversas necesidades educativas, así como fomentar el desarrollo del lenguaje, la comprensión lectora y la imaginación. Las distintas formas de usarlo dependerán, principalmente, de las temáticas y de lo que se desee hacer con ellos, desde una actividad de comprensión simple hasta el adquirir, por ejemplo, un saber procedimental o actitudinal.

Asimismo, el libro que usamos depende también del tramo de edad o etapa educativa en que se encuentre el/la estudiante, en el caso de los grupos de niños y niñas más pequeños, será ideal usar cuentos infantiles, libros ilustrados con colores brillantes y formas simples, libros interactivos con solapas o texturas para explorar, o libros que aborden temas importantes como la diversidad, la amistad o las emociones .

Experiencias didácticas a partir de los libros

Por sí solo el libro no es un recurso didáctico, se transforma en uno cuando lo incorporamos a un proceso educativo en el que, a través de actividades de acompañamiento, potenciamos el aprendizaje de conocimientos, habilidades, actitudes o valores. Estas pueden ser de reflexión o de aprendizaje activo, o ambas.

Por lo mismo, en los ciclos iniciales los libros habitualmente cuentan con muchas imágenes, descripciones, cremalleras, relaciones de sonidos y letras o de palabras y dibujos; estimulan los sentidos del tacto y el olor, y en algunos casos también tienen representaciones de las narraciones a través de objetos tridimensionales.

Los libros ofrecen una amplia gama de oportunidades para crear experiencias didácticas en el aula. Aquí hay algunas ideas:

Lectura en voz alta: la lectura en voz alta permite a los niños y niñas disfrutar de la historia mientras desarrollan habilidades de escucha y comprensión.

Discusiones grupales: después de leer un libro, las educadores y docentes pueden facilitar conversaciones grupales para explorar temas, personajes y lecciones importantes.

Manualidades: las actividades de arte relacionadas con el libro, como dibujar personajes, crear escenarios o hacer manualidades inspiradas en la historia, pueden ayudar a los niños y niñas a expresar su creatividad y comprensión.

Teatro de títeres: educadoras y docentes, así como niños y niñas pueden actuar la historia utilizando títeres o representando los personajes ellos mismos, lo que fomenta la expresión oral y la narración de cuentos.

Investigación temática: después de leer un libro sobre un tema específico, podemos hacer que niños y niñas investiguen más sobre ese tema a través de actividades prácticas o proyectos que diseñemos.

Juegos y actividades basados en la historia: educadoras, docentes, niños y niñas pueden idear juegos y actividades que involucren al grupo en la historia, como juegos de roles, juegos de preguntas y respuestas, o actividades de resolución de problemas basadas en la trama del libro.

Hacer preguntas a los niños y niñas: algunas del tipo ¿cómo se sintió ese personaje? ¿cómo te habrías sentido tú en esa situación? o cuando les invitamos a poner nombre a las emociones que observan en el cuento, de esa forma podemos generar un espacio muy enriquecedor para conversar en torno al mundo de las emociones.  Todo libro favorece el desarrollo socioemocional si sabemos aprovechar su potencial. 

Estas son solo algunas ideas, pero la clave es adaptar las experiencias didácticas según el libro, los intereses de los niños y niñas, y los objetivos de aprendizaje específicos.

Te invitamos a conocer nuestros cursos del Núcleo Lenguaje Verbal, los cuales son totalmente gratuitos En ellos podrás encontrar estrategias para el desarrollo de habilidades de: comprensión oral, escritura emergente, conciencia fonológica y conocimiento de las letras y aumento del vocabulario de niños y niñas de educación inicial. Además, contienen material imprimible, videos de aplicación y planificaciones descargables, entre otros, que podrás usar en tu aula.

También te invitamos a conocer nuestra sección “Cuentos para leer en familia” en el que encontrarás cuentos especialmente adecuados para desarrollar habilidades como la comprensión oral, la conciencia fonológica, la creatividad y el pensamiento crítico, entre otras, en niños y niñas de 4 a 6 años.

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