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La importancia de una educación no sexista desde la infancia

Durante los últimos años, se ha abierto la discusión sobre las desigualdades relacionadas con temáticas de género y la reproducción de estereotipos y sesgos en el sistema educativo chileno, particularmente en la educación parvularia, visibilizando que estas inequidades surgen desde la primera infancia y que su influencia impacta consistentemente en la construcción de la identidad y cognición infantil, tanto en su presente, como en su futuro.

El tema también ha sido relevado recientemente desde la Subsecretaría de Educación Parvularia, que diseñó documentos orientadores para abordarlo a través de prácticas pedagógicas (2018) e incorporó la conceptualización de Inclusión y el abordaje de la Equidad de Género en el aula en el Marco de la Buena Enseñanza de Educación Parvularia (2019). Esto nos invita a reflexionar sobre los roles tradicionalmente instituidos desde un ideal masculino y un ideal femenino que se establecen en los espacios educativos, así como los tipos de materiales que explora el grupo en el aula y que se relacionan con estos roles.

Educación sexista y estereotipos de género

En Chile se publicaron dos investigaciones de carácter nacional, financiadas por el MINEDUC, sobre la relación entre género y juego infantil (2018). En ambas se hallaron características de sexismo donde los sesgos de género y reproducción de estereotipos de género ya estaban instalados en niñas y niños de entre cuatro y cinco años de edad, los que practicaban sus juegos en espacios reducidos (las niñas) y en espacios exteriores (los niños), reproduciendo, además, prácticas de exclusión social.

Ante esto nos preguntamos qué son estos sesgos de género y cómo actúan estos discursos, por lo que consultamos a Alejandra CortázarPhD. en Educación del Teachers College de Columbia University e investigadora especialista en desarrollo infantil y educación inicial del CEPI (Centro de Investigaciones en Primera Infancia). Ella nos señaló que “un sesgo significa una diferencia, tener sesgos de género es hacer diferencias de acuerdo con el género de las personas, por ejemplo dar más la palabra a los niños que a las niñas. Los discursos estereotipados son los que usan ideas preconcebidas de cómo son y qué hacen las personas de un determinado género, por ejemplo asumir que las mamás son las que les hacen la colación a los hijos, o que los hombres no lloran o son menos sensibles que las mujeres”.

Resultados de diversos estudios han permitido concluir que existe una naturalización de prácticas sexistas de forma transversal en todos los tramos y edades por parte de las educadoras, lo que genera una necesidad urgente de incorporar con mayor énfasis y prioridad la formación docente con enfoque de género en educación parvularia, haciéndose imperativa la implementación de una educación no sexista.

Importancia de una educación no sexista desde la infancia

¿A qué nos referimos cuando hablamos de una educación no sexista? Para Alejandra Cortázar se trata de “una educación que promueve el desarrollo y aprendizaje de todo el grupo por igual, esto significa que no hay sesgos de género, es decir, no se hacen diferencias y no se usa estereotipos de género. Es una educación donde cada persona se siente aceptada y donde se le dan todas las posibilidades para que pueda desarrollarse y aprender, independientemente de su sexo y género. Una educación no sexista es también una educación no heteronormativa. La heteronormatividad asume solo dos sexos y dos géneros, cada uno con características fijas y complementarias. Por ejemplo, asume que las niñas cuando sean grandes se casarán con un hombre y tendrán hijos”.

La educación parvularia es un momento relevante, ya que es durante la primera infancia donde ocurre la socialización primaria y se internalizan significaciones y simbolismos del mundo social, por lo que los estereotipos de género pueden causar mucho daño en la construcción de su autoimagen y relaciones interpersonales futuras. Se hace trascendental el construir, desarrollar e implementar una educación no sexista desde la infancia para eliminar las brechas de género existentes.
Al respecto, la especialista Alejandra Cortázar señala que una educación no sexista desde los primeros años es crítica, ya que es el momento donde aprendemos cómo funciona el mundo. Es el periodo donde el cerebro está abierto a aprender y es más flexible. Cuando el grupo tiene una educación no sexista desde los primeros años, verán que cada persona puede hacer lo que quiera en su vida, que sus oportunidades no están limitadas o determinadas por su género o sexo. Podrán crecer sintiendo que su sexo y genero no los determina, manifiesta la investigadora. 

Desafíos para implementar una educación no sexista en el aula

Uno de los primeros desafíos es reflexionar en torno a la educación no sexista. Un estudio demostró que en Chile las educadoras tienen percepciones diferenciadas de niñas y niños, dado que a las primeras las describen como “aprendices pasivos”, mientras que a los segundos los percibían como “inventivos”. También reveló que las educadoras dirigían las preguntas abiertas y desafiantes a los niños en un 30% más de los casos que a las niñas (Cortázar, Romo y Vielma, 2016).
Otro desafío es realizar los cambios necesarios en el material y diseño pedagógico seleccionado y utilizado por las educadoras y docentes, así como también en el lenguaje utilizado y los modos de interactuar en aula, ya que en esta etapa formativa inicial los niños y niñas comienzan a forjar y normalizar ciertas ideas y conductas.

Alejandra Cortázar agrega que es importante tomar conciencia del sesgo de género en los programas y en el aula, y para ello señala que:
a). Capacitarse es crítico ya que es algo difícil de ver porque nosotros fuimos criados y educados por una sociedad heteronormativa con muchos sesgos y estereotipos de género. Tenemos que no tener miedo a ver nuestros sesgos y estereotipos. Es la única manera para poder empezar a hacer cambios.

b). A nivel de programa tenemos que mirar desde el currículo, material, infraestructura, protocolos, docentes, etcétera.

c). A nivel de aula tenemos que ver las interacciones, las actividades que les proponemos, los roles que les asignamos a las personas.

d). Es importante hacer un análisis en los diferentes niveles, idealmente acompañados de alguna persona especialista que los ayude a ver estas diferencias y a desarrollar estrategias para hacer cambios.

Implementar una educación no sexista desde la primera infancia es vital para lograr cambios sociales sustantivos, y para ello se debe asumir el rol educativo con perspectiva de género, reflexionando críticamente a nivel personal y también a través de los equipos educativos, para que el proceso sea profundo y sustantivo en el tiempo.

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